jueves, 1 de enero de 2009

50 años perdidos en el tunel del tiempo

Inicio este nuevo año, con un tema muy viejo, de 50 años: la Revolución cubana.

Por razones laborales tuve la oportunidad de visitar la Habana en dos oportunidades, hace unos pocos años atrás. Lo que me encontré no tiene nada que ver con lo que intentaron venderme durante tantos años: un país detenido en el tiempo. Una Cuba pobre, sin infraestructura, sin servicios, sin avance, eso sí, con un pueblo carísmático y "acostumbrado" a lo que llaman la revolución. Por lo bajo dicen un montón de cosas críticas al gobierno. Cuentan chistes sobre Fidel y la famosa revolución, con sorna. Mientras, tratan de sobrevivir con lo que pueden, porque la tarjeta de racionamiento -si, como lo leíste- no alcanza para llevar la comida a la casa. El ingreso del turismo permitió a algunos cubanos codearse con el mundo y a través de propinas (dolarizadas o eurorizadas) de hoteles y restaurantes exclusivo para los extranjeros, prostitución y servicio de acompañantes, que les permitió acceder a artículos de lujo, como el jabón, perfumes, cosméticos, leche, carne, chocolate (más que un lujo) y algunos otros alimentos. Ropa y electrodomésticos varios. El resto de la gente que no llega a este cículo, se encuentra en desventaja.

Las casas, edificios y lugares habitables se caen a pedazos. No existe el mantenimiento y no hay planes de vivienda, por lo tanto, las familias se amontonan. Abuelos, padres, hijos e hijos de los hijos. No existe la propiedad privada. Lo dice la Constitución. No hay créditos, ni bancos, ni cajeros, ni nada. ¿Para qué? Si no se puede comprar nada. Todo es del Estado.
Los autos, la inmensa mayoría de la década de los 40 y 50. Un verdadero museo andante.

El servicio sanitario viene en picada desde que la ex URSS desapareción. Tratan de mantener un sistema que ya no se puede cubrir. La educación es digno de resaltar porque todos van a la escuela y universidad. El problema es que como la gran mayoría tiene título, los campos se despoblaron.

El problema más grave que vi, es que no existe la competencia. La sana competencia. Haga poco o mucho al trabajador le pagan a fin de mes. Un sueldo de miseria. ¿para qué ser eficiente?
Recuerdo que visité un conocida fábrica de ron y cuando fuimos al sector de ventas vi que había otras botellas de ron de otras marcas. Le pregunté al guía porqué tenían mercadería de la competencia. Su respuesta :"compañero, todas las empresas son del Estado cubano" Mi formación capitalista se estrelló contra una pared de 50 años.

Los propios cubanos aceptan y reconocen el aumento alarmante de prostitución.

La luz es gratuita. Pocos teléfonos, solo para exclusivos. Está prohibido la televisión satelital, el uso de internet (solamente habilitado para determinados sectores del gobierno y sus funcionarios) y los celulares son un lujo que pocos pueden tener.

Tuve también la oportunidad de conocer algunos veteranos de la revolución, que acompañaron a Fidel. Noté su desencanto, no porque consideraran que la revolución no era necesaria, sino porque se dan cuenta que en líneas generales están peor, porque no tienen un futuro alentador y porque quemaron sus vidas en pos de una utopía que nunca llegó.

Dejo para el final el tema de la libertad. Un derecho mundialmente reconocido y aceptado que en Cuba no hay. Libertad de expresión, libertad de leer, escuchar y mirar lo que uno quiere y sobre todo, libertad de circular y salir del propio país, algo terrible y espantoso, que la progresía mundial no dice u oculta, como si quisieran tapar el sol con un colador. La conocida Dra Hilda Molina lo expresa mejor que yo.

Pueblo sufrido si los hay. Por eso me quedó un sabor agridulce. Un hermoso país, con gente muy cálida y alegre, gobernado por un grupo de ancianos que se quedaron en el tunel del tiempo. Todo en nombre de la Revolución...que ellos mismos hicieron.
Para terminar un chiste que me contaron durante mi estadía
"Reunidos Fidel y su hermano Raúl, el primero le dice:
- Raúl, estoy pensando en permitir que la gente pueda salir de Cuba libremente, pero tengo miedo que quedemos sólo tu y yo
Raúl lo mira y pregunta:
- ¿Tú y quién?"

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