Viví algunos años en el exterior. Cuando regresamos con mi familia y nos acomodamos nuevamente a la vida argentina, una de las cosas que más nos llamó la atención -bueno, en realidad fueron muchas- fue el estilo de los noticieros. Acostumbrados a la presentación simple y llana de las noticias locales e internacionales de los periodistas extranjeros, bajamos al diálogo y comentarios varios, intranscendentes y muchas veces fuera de lugar, de la patota de periodistas que, en cada canal, aparecen en la pantalla local.
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