Volvía de la costa por la ruta 2, con tránsito bastante denso aunque se podía circular a 120 km/h, por cierto, la velocidad máxima permitida. En ciertos tramos, algunos pasaban a no menos de 150 km/h para hacer simplemente un par de kilómetros.
Dentro de la locura del regreso, porque todos queremos regresar pronto (¿para qué?), hay algunos especímenes que debieran ser catalogados dentro del reino animal. Ejemplos: auto llevando enganchado un carro con cuatriciclos, circulando a muy alta velocidad, en zig zag y utilizando la luz de giro como un derecho de paso absoluto en lugar de un aviso de la maniobra. Con esto quiero decir, que con la excusa de tener funcionado esa luz, le tiraba el auto y carro encima de los otros vehículos. No menos de 60 kilómetros estuve siguiendo a este imbécil, viendo los desastres que hacía.
Camioneta 4x4 con remolcando un carro con elementos de camping. Ingresó a una estación de servicio a cargar nafta, todos se fueron a comprar algo en el bar, mientras le llenaban el tanque. La mujer que se quedó pagó para luego desaparecer con el resto de la familia. Conclusión, una caravana de autos haciendo cola esperando que los señores volvieran (10 minutos reloj), tocando bocina y puteando a medio mundo. Cuando el dueño volvió, otros cinco minutos acomodando la carga. Los playeros recalientes y el resto de la gente ni hablar. El protagonista inmutable, como si fuera la única persona del planeta.
No voy a mencionar a todos aquellos que circulaban a 70 km/h por ambos carriles (lento y rápido), con luces parciales o sin luces, porque eso ya es un clásico. Como también lo es, aquellos que se cambian de carril sin usar la luz de giro, metiéndose entre nosotros y el que va delante, obligándonos a clavar los frenos y rezando para que el de atrás no nos peque.
¿Y los que tiran cosas por la ventanilla? Cigarrillos prendidos, papeles, botellas que son los clásicos. Al menos, no vi volar a ninguna suegra.
Como siempre, muy poca gente amable y educada.
¿Alguna vez aprenderemos a comportarnos en sociedad?