“Me hierve la sangre cuando veo tanta avaricia y pobreza al mismo tiempo”, dijo, después de contar lo que había visto en Tartagal el día anterior. Estamos refiriéndonos a nuestra presidente en su discurso de hoy en Olivos.
A mi también me hierve la sangre cuando escucho a una persona que lleva seis largos años en el gobierno quejándose de la pobreza como si esa situación fuera consecuencia de un NN. Como si ella y todos los que conformaron el gobierno de su marido y el suyo propio no tuvieran nada que ver. Se nota que caminó el país. Las peatonales y shopping solamente.
Y en su Calafate adoptivo, ¿qué?
¿No hay nadie que tenga un gesto de piedad y le cosa la boca? Lo más triste que tiene una claque alrededor que lo único que hace es aplaudir o reir cuando el guión o partitura así lo exige.
Triste historia nos toca vivir.
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