lunes, 19 de octubre de 2009

La Ley del mínimo esfuerzo


Según la noticia "Quieren hacer un secundario más flexible". Me pregunté ¿qué quiere decir "más flexible"? y encontré lo que me temía: "la posibilidad de ponerles fin a los exámenes de ingreso y a las expulsiones, a darles más faltas a los alumnos que trabajan y a las madres adolescentes, a elegir entre las materias cuatrimestrales y permitir más de tres previas anuales" entre otras medidas.

Partamos de la base, que estoy de acuerdo en modificar algunos contenidos académicos que, para el futuro estudiante universitario, técnico o laburante, la currícula no sirven. Como tampoco sirve, en algunas materias, hacer propaganda política y lavado de cerebro a los chicos, "vendiendo" que en la década de los ´70, los militares trasnochados se levantaron un día y salieron a matar a jóvenes idealistas e inocentes. Montoneros y ERP nunca existieron. Pero sigamos.

El secundario, además de educar, tiene un claro objetivo -a mi entender- que es formar a una persona para enfrentar la vida, ya sea en una carrera universitaria/técnica o en un trabajo. Enseñarle a pensar y razonar. A adoptar ideas propias. A comprender que existen premios y castigos. Que el esfuerzo es importante y que en la vida, nada viene gratis.

Ahora, si el objetivo es disminuir la deserción escolar, entonces deberíamos conocer el porqué y buscar la solución de fondo. Y me parece que eso, por el momento, es desconocido. ¿Qué porcentajes de embarazas, sobre el total de estudiantes hay? ¿Cuántos alumnos del secundario estudian y trabajan? ¿No sería conveniente entregar material didáctico en forma gratuita a los alumnos en lugar del "Fútbol gratis para todos"?

Pero no. Buscamos el facilismo, que las estadísticas indiquen que el porcentaje de deserciones es bajo. Que la cantidad de jóvenes que terminan esta etapa es altísima. Pero nadie evalúa el nivel de egreso ni capacidad.

Todos los años leemos con horror los resultados de los exámenes de ingreso a algunas facultades. El porcentaje de bochados es altísimo. ¿Eso es calidad de enseñanza? ¿No tendríamos que buscar cómo solucionar este problema primero?

Hablando con mis hijos adolescentes, sus primos y amigos, veo con tristeza que no saben hablar. No pueden hilvanar dos frases seguidas. No tienen vocabulario. No saben redactar. Faltas de ortografía elementales. No leen ni conocen la lectura. Ni hablemos el aspecto cultural, porque más allá de sus ídolos no conocen otra cosa. Éstos serán los futuros dirigentes del país. ¡Pobre Argentina!

Bill Gates pronunció una conferencia a unos estudiantes en su país y les dejó estas 11 reglas básicas:
Regla uno: La vida no es justa; acostúmbrate a ello.
Regla Dos: Al mundo no le importará tu auto estima. El mundo esperará que logres algo, independientemente de que te sientas bien o no contigo mismo.
Regla tres: No ganarás U$S 5000 dólares mensuales justo después de haber salido de la escuela y no serás el vicepresidente de una empresa hasta que con tu esfuerzo te hayas ganado ambos logros.
Regla cuatro: Si piensas que tu profesor es duro, espera a que un día tengas un jefe. Ese sí que no tendrá vocación de enseñanza ni la paciencia requerida.
Regla cinco: Dedicarse a dar vuelta hamburguesas en un bar de comidas rápidas no te quita dignidad. Tus abuelos tenían una palabra diferente para describirlo: La Llamaban Oportunidad.
Regla seis: Si metes la pata, no es culpa de tus padres. Así que no lloriquees por tus errores, aprende de ellos.
Regla siete: Antes de que nacieras, tus padres no eran tan aburridos como son ahora. Ellos empezaron a serlo por pagar tus cuentas, limpiar tu ropa y escucharte hablar acerca de la nueva onda en la que estabas. Así que, antes de emprender tu lucha por las selvas vírgenes contaminadas por la generación de tus padres, inicia el camino limpiando las cosas de tu propia vida, empezando por tu habitación.
Regla ocho: En la escuela puede haberse eliminado la diferencia entre ganadores y perdedores, pero en la vida real no. En algunas escuelas ya no se pierden años lectivos y te dan las oportunidades que necesites para encontrar la respuesta correcta en tus exámenes y para que tus tareas sean cada vez más fáciles. Esto no tiene ninguna semejanza con la vida real.
Regla nueve: La vida no se divide en trimestres. No tendrás vacaciones de verano largas en lugares lejanos y muy pocos jefes se interesaran en ayudarte a que te encuentres a ti mismo. Todo esto tendrás que hacerlo en tu tiempo libre.
Regla diez: La televisión o los videos no son la vida diaria. En la vida cotidiana, la gente de verdad tiene que salir del café de la película para irse a trabajar.
Regla once: Sé amable con los nerds (Los más aplicados de tu clase). No te burles. Existen muchas probabilidades de que termines trabajando para uno de ellos.

¿Si enseñamos estas reglas primero? No nos olvidemos que la educación es la base de una sociedad. Y, si la base tambalea...

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