Como amante del golf, ayer seguí por televisión la última vuelta del Master de Augusta. Este año con dos condimentos importantes: el "Pato" Angel Cabrera en la última salida y el mini torneo entre Tiger Woods y Phil Mickelson. Un día magnífico para los golfistas.
El desenlace, ya conocidos por todos, tuvo también algunos momentos de suspenso y desazón. Pero, al final, la rueda de la fortuna señaló a nuestro compatriota para que ganara el torneo. Cabrera viene de una familia muy humilde. Trabajador incansable y un jugador con una pegada larga y exquisita alrededor del green. Verlo ayer poniéndose la chaqueta verde fue el triunfo a su tesón y esfuerzo. Nunca se dio por vencido, aún cuando en el primer hoyo de desempate, dejó la bola detrás de un árbol.
Ganar un torneo de la PGA no es fácil. Ganar un Major menos, pero ser el triunfador del Master de Augusta es quedar en la historia del golf mundial. Además, el Pato, con dos grandes ganados, también entró en el círculo privilegiado de unos pocos.
Quizá para muchos, sea un triunfo importante. Para los golfistas, es tocar el cielo con las manos.
Quizá para muchos, sea un triunfo importante. Para los golfistas, es tocar el cielo con las manos.
¡Mis respetos y felicitaciones al Maestro Cabrera!
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