sábado, 4 de abril de 2009

Pájaro enjaulado



"Nunca he sido acusada en un tribunal y sin embargo estoy condenada a no salir de esta Isla. Esa restricción no la ha dictado un juez, ni la he podido apelar ante un jurado, sino que viene del gran fiscal -con plenos derechos- en que se ha erigido el Estado cubano. Ese severo magistrado, determinó que la viejita sentada a mi lado en la oficina de 17 y K, no recibiera la tarjeta blanca porque su hijo “desertó” en una misión médica. Tampoco el niño que esperaba en una esquina pudo viajar, pues su padre deportista, juega ahora bajo otra bandera. La lista de los castigados es tan larga y los motivos tan variados, que podríamos fundar un voluminoso grupo de “insiliados” forzados. Lástima que la gran mayoría haga silencio, a la espera de que un día le permitan salir, como quien recibe una compensación por portarse bien."

Con el riesgo de ser un pesado en el tema, vale la pena el post de Yoani sobre la libertad de viajar en Cuba, sobre el cual también se refirió la Dra. Molina

Cuando leo este tipo de artículos, me pongo en la piel de su autor y siento escalofríos. ¡Qué sensación más desesperante! No poder recurrir a nadie ni reclamar su derecho de elegir libremente que hacer de su vida.

Estuve en Cuba, pero también conocí la Berlín del muro, alambres de púa, campos minados y torretas con guardias y ametralladoras. Toda una monumental logística para evitar que la gente escapara del paraíso comunista, que al final terminó hecho pedazos.

Los jerarcas cubanos, ¿no tomaron nota de la historia?

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