Excelente nota de Jorge Fontevecchia con el cual muchas veces no coincido. Tómese un mate o un cafecito, mientras lo lee tranquilo. No se va a arrepentir.
Usted miente, señora Presidenta. Usted no quiere mejorar el
periodismo, usted quiere destruirlo. Y en eso, aunque no en otras cosas,
va a fracasar.
Miente cuando pide una ley de ética pública para los periodistas que
obligue a los medios a “publicar qué empresas reciben dinero” (le
aclaro que me encantaría que así fuera). Sus deseos no son sinceros,
porque si eso se implementara todo su aparato de propaganda oficial
quedaría al descubierto.
Usted dice que encontraron en YPF facturas de 11 millones de pesos
por año de periodistas y medios por publicidad que se pagaba pero no se
emitía: “Publicidad no convencional, la pagás y no aparece” (sic). Pero
mencionó solamente el millón de pesos que dice que cobraron el socio y
la esposa de Marcelo Bonelli desde 2008.
Los 240 mil pesos anuales que durante cuatro años recibieron los
allegados de Bonelli, según usted, representan sólo el dos por ciento de
esos 11 millones de pesos anuales, lo que permite deducir que hay, en
promedio, otros 46 periodistas o medios que también recibieron
sistemáticamente dinero por publicidad que, como usted dice, “la pagás y
no aparece”.
Urge que usted difunda esa lista, así la opinión pública se entera de
quiénes son esos medios y periodistas que cobran por servicios no
prestados. Imagino que habrá varios simpatizantes de su Gobierno en
ella. Pero lo importante es que se sepa quiénes son porque, más allá de
los intereses que defiendan, cobrar por un servicio que no se presta es
una estafa o un acto de corrupción.
El tema no es sólo Bonelli. El tema es ese sistema de corrupción de
periodistas y medios. Pero lo curioso es que, si ustedes no lo
inventaron, señora, ustedes lo engrandecieron a niveles
inconmensurables. Y de lo que no cabe duda es de que ustedes lo
institucionalizaron como una práctica normal. Usted se escandaliza de su
propio espejo y encima cree que refleja la imagen de otro.
Algo comparable les pasa con el tema de la dictadura: ustedes acusan a
algunos de sus críticos de acciones negativas que no existieron, se
agregan en su propia biografía acciones positivas que nunca realizaron y
terminan creyéndose héroes de la ética.
Mire, señora, hace siete años el diario PERFIL publicó en El
Observador del 18 de septiembre de 2005 una larga investigación titulada
“Caja negra”. Allí se informaba que “el propio Estado utiliza cajas
negras para promocionar su gestión”, y desarrollaba en detalle el caso
de 27 periodistas que por orden del vocero de De Vido, Alfredo
Scoccimarro, debían estar en la pauta publicitaria.
La lista la encabezaba Marcelo Bonelli y, mire lo que son las vueltas
de la vida, señora, nueve de los 27 periodistas de esa lista
trabajaban en alguna de las empresas del Grupo Clarín. Y hoy
Scoccimarro ya no es el vocero de De Vido sino que es su vocero y,
además, es el secretario de Comunicación Pública, cargo en el que
reemplazó nada menos que a Abal Medina cuando asumió como jefe de
Gabinete.
Son ustedes, señora, los que inventaron lo que usted denuncia. Hace
siete años era PERFIL quien denunciaba la relación entre Scoccimarro y
Bonelli cuando Clarín era aliado del Gobierno. En aquella oportunidad,
Bonelli pidió derecho a réplica explicando que él no trabajaba en la
radio FM Palermo que aparecía en la planilla publicada en la nota de
PERFIL, lo que justificó una contrarréplica de los periodistas de El
Observador para demostrar que era la hija de Bonelli quien trabajaba en
ese programa, y la publicidad había sido gestionada por una productora
de A dos voces, el programa de Bonelli.
Siguiendo el mismo manual, ayer PERFIL pidió a Bonelli precisiones
sobre los montos que cobraron su socio y su esposa de YPF, ya que en los
descargos que realizó en Clarín y Telenoche no se refirió a ellos.
Bonelli dijo que su esposa sólo cobró 6 mil pesos por mes de julio de
2007 a marzo de 2008, 54 mil pesos en total, por traducciones de inglés
(tiene el título del Lenguas Vivas), y que él no tiene ningún socio
porque la publicidad de los programas que realiza en los distintos
medios del Grupo Clarín es vendida directamente por la empresa, de la
que él es un empleado. Quedará por ver si existe una contrarréplica,
como en el caso anterior de Bonelli ante la denuncia de PERFIL en 2005.
En Clarín y en Telenoche Bonelli sí explicó que todos sus ingresos
están en blanco y que lo que publicó sobre que Galuccio estuvo por
renunciar es totalmente cierto. Ese no era el núcleo de la acusación,
porque podría haber cobrado un millón de pesos en blanco, nunca la
Presidenta dijo que fuera en negro. Y es obvio que la crítica que
recibió por cadena nacional no es por su nota del 3 de agosto último
sobre Galuccio, porque ya el 10 de julio Perfil.com y el diario La
Nación habían informado que Galuccio analizaba renunciar.
Lo que a la Presidenta le molesta de Bonelli es su prédica contra la
restricción a la venta de dólares, que realiza todos los días, a la
mañana, a la tarde y a la noche (hay que reconocer que Bonelli es un
trabajador esforzado) en TN, Radio Mitre y Telenoche, desde hace nueve
meses con notable efecto. Y aprovechó las pagos de YPF a la esposa de
Bonelli y su supuesto socio para –en el contexto de la i-nauguración de
una planta de refinado– pegarle un palazo.
Pero a buena hora su enojo, señora, la lleva a proponer debatir ética
periodística e ilumina con la llegada de su cadena nacional la
problemática sobre de dónde viene el dinero que financia a los medios de
comunicación y a los periodistas, y se debate ese método degenerativo
del periodismo que además el kirchnerismo promovió. Y es también
deformante de la publicidad porque, debo informarle, señora, que su
ejemplo cunde: programas de radio y de TV con audiencias no muy grandes
vienen quejándose de que anunciantes que antes tenían bien clara la
“separación de Iglesia y Estado”, es decir que poner publicidad no les
daba derecho a solicitar no ser criticados si eran sujeto noticioso de
algún hecho negativo, han cambiado y ahora amenazan abiertamente con
retirar la publicidad si sus empresas son criticadas. Eso no se animan a
hacer con medios más importantes, pero el flagelo superó una frontera.
El problema es cualitativo y cuantitativo. Siempre hubo departamentos
de relaciones públicas en las empresas que compraban publicidad con
criterios no comerciales, pero el deterioro institucional, que comenzó
con Menem, explotó en 2002 y el kirchnerismo elevó y cristalizó, hizo
que aquello que antes permitía a un periodista de radio tener su pequeña
productora para su programa se convirtiera en empresa, teniendo a
Hadad como el precursor más aventajado a la hora de vender silencio y
protección en forma de “publicidad que pagás y no aparece”, dicho en sus
propias palabras.
No es que usted mienta sobre Bonelli. PERFIL criticó cuestiones
relacionadas con la que usted difundió por cadena nacional. Usted mintió
sobre su propio Gobierno, al que mostró sólo como víctima de lo que
mayoritariamente fue victimario.
No olvide que los últimos cuatro años de YPF, donde se gastaron esos
11 millones de pesos por año en periodistas y medios de forma tan
irregular, a los que usted se refirió, coinciden con el desembarco del
management nacional y la retirada de la dirección de YPF de los
principales ejecutivos españoles. Es en 2008 que ingresa Eskenazi de la
mano del propio Gobierno.
La buena memoria es a veces un obstáculo para la política.
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