Estoy en vuelo hacia Ushuaia a
Cada vez que me toca hacer algún viaje, por motivos laborales o turísticos, me gusta ver la gente y sus diferentes manías. Los que viajan solos -como yo- las familias, matrimonios, novios o parejas, en fin, todo el espectro zoológico que viaja junto, unido solamente por unas filas de asientos sostenido por dos alas y la pericia de su piloto. Trato de imaginar la historia de cada uno y porqué viaja. Los turistas extranjeros son los más divertidos porque, además de su vestimenta, son los más desprejuiciados y desvergonzados. La cabina se inunda de palabras en portugués e inglés. Welcome to Argentina!
Cuando las azafatas hacen la presentación de cómo usar el cinturón, chaleco y demás elementos del avión, pensaba “si al finalizar el evento, la comisario de a bordo pasa la gorra exclamando “a voluntad, a voluntad” ¿qué pasaría?” Al principio me pareció una idea divertida, luego una estupidez.No hay nada más cómico que cuando señalan las salidas de emergencia del avión, con los brazos extendidos y los dedos señalando hacia el horizonte. Si me tengo que guiar por esta información, saldría por el baño o quizá una ventana equivocada. A veces, los movimientos de los dedos son tan rápidos, que creo que en cualquier momento se harán un nudo. En general la gente no presta atención y hace cualquier otra cosa.
Lo peor son los chicos, sobre todo los lactantes cuyo llanto se parece a los gritos de la gente cuando está viendo una película de terror. Los comprendo. El dolor de oídos mientras el avión se va presurizando, a veces, también me afecta. Lo mismo pasa cuando inicia el descenso.La comida, cada vez peor, excepto que viaje en Business. Solamente se pueden tomar gaseosas o té. No recomiendo el café que es instantáneo, pero con medidas de café que varían según quién lo hace.
Estamos sobrevolando
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