jueves, 5 de agosto de 2010
La Aviación Civil en tirabuzón
Ayer designaron como responsable de la Administración Nacional de la Aviación Civil ANAC a un tal Alejandro Granados.
El cargo que ocupa es el de la máxima autoridad en materia aviación. Es el que regula, controla y administra todo lo que vuela, incluído los aeropuertos y su entorno: más de 4.200 aeronaves; 8 líneas aéreas; 30 de chartes y más de 1.000 pistas de aterrizaje. Para que quede claro, lo que disponga don Granados, implicarán muchos millones.
Ahora bien. ¿Ud. cree que este personaje -hijo del actual intendente de Ezeiza- es un profesional del área de la aeronáutica o es piloto o conoce de aviones y su problemática? Pues, ya adivinó: lo único que conoce de aviones son los que pasan por arriba de su casa o los que alguna vez utilizó para viajar.
El control de la aviación civil estuvo en manos de la Fuerza Aérea, desde que ésta se creó allá por la década de los ´40, gracias a un decreto de Perón. Durante años, esta Fuerza hizo y deshizo sobre todo aquello que volaba y sus aeródromos. Manejó la política aeronáutica a su gusto y beneficio. Fue, obviamente, una caja muy interesante para los aeronáuticos de uniforme.
Sin embargo, algo que parecía eterno, llegó a su fin. La decisión política de K, más por su repulsión a los uniformados que por otra cosa, hizo algo que mucha gente reclamaba: el manejo de la aviación civil, debía ser administrada por sus propios dueños. Una sabia decisión, desde mi punto de vista.
A partir de allí se tejieron muchas ilusiones porque, por fin, algo iba a cambiar. Se fijaron fechas de traspasos, responsabilidades y, con algunas demoras, se cumplió lo establecido. Y finalmente, todo cambió...como no podía ser de otra forma con los K...para peor.
Su primer director, el ex gobernador de Mendoza, Rodolfo Gabrielli, tampoco conocedor del área le tocó la tarea del traspaso. Camino duro, espinoso y lleno de trampas y zancadillas. Allí comenzaron los problemas del ANAC. Peleas internas y muchas trabas burocráticas de los escalones intermedios. La mezcla militar/civiles no lograba asimilarse, al contrario, parecía la unión entre el vinagre y el aceite.
Un poco por presión de los gremios aeronáuticos y otro poco porque le soltaron la mano, Gabrielli salió volando -vaya paradoja gramatical- de su sillón, para ser reemplazado por este nuevo. Según información que dispongo, Granados no contaría con un currículum sino con un hermoso prontuario.
Así las cosas. El futuro de la aviación civil es negro, a tal punto, que muchos de los que reclamaban la ida de la FAA, ahora están haciendo penitencia y caminando de rodillas a Luján, para pedir perdón y solicitar que todo vuelva para atrás.
Realmente me da mucha pena que se desaprovechen oportunidades para que el país avance y progrese. Pero ese parece ser el estigma K: cambiar todo para retroceder. Avanzar hacia atrás.
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