Supongamos que Ud hace negocios a lo grande y logra hacerse de varios millones de dólares. Mire que cuando digo "varios" estamos hablando de más cifras obcenas...piense...agregue algunos cientos de millones más...vamos, no sea tímido...¡agregue!...seguramente se quedó corto.
Supongamos que, algunos de ellos, por no decir la mayoría, son negocios no muy santos. Supongamos también que, para tratar de achicar su patrimonio, distribuye la titularidad de varias empresas en sus hijos y familiares directos, más algún testaferro.
Ahora supongamos que Ud. es un funcionario público muy relacionado con el N°1 desde hace mucho tiempo, es más, forma parte de un pequeño círculo de amigos de confianza y que maneja cierta caja.
Sigamos suponiendo que le hacen una denuncia por enriquecimiento ilícito y que la Cámara Federal rechaza “por mal concedida” una apelación presentada. Es decir, que no se expide por el problema de fondo sino por un asunto administrativo teórico. Seguramente Ud. se pondría contento, porque habrá donado un par de esos millones para la "cooperadora judicial" pero quedaría fuera del pleito judicial.
Supongamos que esto puede ser real. Ahora no suponga más, mire
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