jueves, 12 de marzo de 2009

La seguridad de Fernandez


Leo las declaraciones de Anibal Fernandez sobre la inseguridad y me parece que vivimos en planetas diferentes.

Sobre lo actuado por la Policía Federal en los primeros dos meses del año: según dijo el propio Ministro, en febrero se resolvieron 443 robos, 142 hurtos y se detuvieron a 776 personas. Vamos a ver, estimado ministro. ¿cuántos asesinatos se resolvieron? De las 776 personas, ¿cuántas quedaron en libertad en la primera hora de detención? ¿y en la segunda hora? y así hasta confirmar que nadie quedó en cana. Lo resuelto, con respecto a las denuncias realizadas, ¿qué porcentaje representa? ¿Cuál es el porcentaje de denuncias con respecto a los hechos reales?

Es raro o sospechos que no mencione nada de lo que ocurre fuera de la General Paz y menos en el conurbano bonaerense. También afirmó que nivel de seguridad en la Argentina es mucho mejor que en el resto de América. Muy bien. Y con respecto al mundo civilizado ¿cómo andamos?

No quieren tomar medidas que la gente está pidiendo. No se trata de la pena de muerte. Sino, que los responsables se pudran en la cárcel y no salgan a los pocos años por "buena conducta". La ideología es la que prima en estas decisiones.
En mi caso personal, me robaron en tres oportunidades y una, a mano armada. Tipos bien vestidos y por cierto, nada desnutridos.

2 comentarios:

mario dijo...

Hola Pablo

La seguridad no se soluciona con un par de medidas efectistas, es un drama bastante complejo.

Si el mismísimo Estado nacional no se muestra a la altura de las circunstancias, por más endurecimiento de penas y por más pena de muerte, la inseguridad seguirá gozando de buena salud.

Está muy bueno tu blog. Felicitaciones!

Saludos.

Pablo dijo...

Estoy de acuerdo que no se trata de endurecer las penas. El problema es que el sistema judicial permite tantas demoras y chicanas, que, mientras una persona está viendo si le confirman o no la sentencia, sigue robando y matando.
Pero el tema, como decís es complejo. Simplemente digo, que, así como vamos, lo único que puedo esperar es que me sigan robando y cruzando los dedos para que no me maten o hagan daño.