lunes, 18 de febrero de 2013

Control de precios, Artemio y después…

En una columna de opinión publicada en Infobae, el otro día escribió Artemio López -fiel a su estilo, un interesante y polémico artículo- sobre el control cambiario. Lo bueno de Artemio es que promueve el debate y, según él mismo lo dice, se rebela frente al sentido común.

Por supuesto que el artículo me sedujo, como a muchos, y me propuse aportar algunas observaciones sobre él para sumar al debate.

Para esto voy a tomar como guía el artículo de Artemio y, en los principales puntos, darle el otro punto de vista, que hoy es a contramano de lo que plantea. Lo que ponga en comillas es parte del texto de su artículo y luego mis comentarios.

El control de precios
“…otra gran medida de gestión orientada a sostener los niveles de consumo y el empleo, mejorando las condiciones de vida cotidiana del conjunto de la ciudadanía, en especial, de los sectores más vulnerables”, afirma Artemio.


Por supuesto esta frase es muy buena porque reconoce que el aumento de precios (es decir, la inflación) afecta a los que menos tienen, sea vía el consumo, o bien vía el empleo. Debe ser el primer artículo de una persona vinculada al oficialismo que resulta tan claro para mostrar los efectos nefastos de la inflación en los trabajadores. Bien por Artemio.

En cuanto a la medida que se refiere, no “se trata de un acuerdo de precios”. Debemos poner las palabras en su justa definición: se trata de un congelamiento de precios, no se acordó con nadie, nada. Es una medida impuesta de facto por la Secretaría de Comercio. Un acuerdo significa que las partes involucradas se sientan a negociar las medidas antes de su implementación. Un acuerdo siempre significa diálogo y negociación. No es este el caso.


Pero ¿cómo se evalúa si una política es o no exitosa? Sencillo, se ven las consecuencias de su implementación en un período de tiempo determinado. Decidir de cuánto será ese período es crucial según lo que se quiera demostrar.

En economía, como en la vida, realizar análisis desde las fotos, en lugar de mirar la película, lleva a conclusiones alejadas de la realidad. Artemio elige algunas fotos, e incluso se atreve a breves cortos, pero decide obviar la película para que la realidad se adapte mejor a su relato, y no viceversa.
En mis primeros años de facultad tuve un compañero que era un gran alumno, se sacaba las mejores notas, no salía de noche, evitaba cualquier actividad social o extracurricular que lo distrajera de su objetivo: el estudio. Vivía para estudiar, su mundo se reducía a esforzarse para ser el mejor académicamente. Y de hecho hasta la mitad de la carrera, lo fue. Sin embargo, a los 20 años, tanta dedicación y esfuerzo son difíciles de sostener en el tiempo y mi compañero decidió comenzar a disfrutar su vida de otra manera. Fiestas, noche y alcohol y cierto deseo de recuperar el tiempo perdido convirtieron al otrora estudiante brillante en un coleccionistas de cuatros que tardó bastante más que el promedio en recibirse.

Este simple ejemplo sirve para mostrar dos cuestiones: por un lado, si se evalúa la carrera de mi compañero hasta la mitad, se podría hablar de excelencia; si se la analiza completa, fue simplemente mediocre. Es decir, en función de dónde se hace el corte para el análisis de una situación, es posible arribar a una conclusión diferente.

Por otro lado, no es posible pensar lo sucedido en la segunda parte de la carrera como desvinculado de la primera parte. El exceso de rigidez del principio influyó de manera determinante en el descontrol que eligió después. No se trata de situaciones independientes.
En este artículo vamos a extender un poco más el tiempo de análisis de Artemio y ver qué pasó después, siempre dentro de los mismos gobiernos peronistas que analiza, para excluir los nefastos golpes de Estado que sobrevinieron.

Artemio pone de subtítulo en la nota “¡LES VA A SALIR UNA JOROBITA!”: debo decir que no lo entendí. Probablemente se trate de mi propia limitación, pero “LES VA A CRECER LA NARIZ” hubiera sido más preciso si quería expresar que quienes opinaban otra cosa estaban mintiendo. Que yo sepa Pinocho no tenía joroba. En fin, quizás es otra historia que se reescribe.

“En esta humildísima columna vamos a señalar los tres acuerdos de precios peronistas exitosos”, Artemio, nunca humilde y podías haber elegido otros ejemplos no peronistas, pero alcanzan.
1. “Viajemos, entonces, al año 1952, cuando Juan Domingo Perón crea la Comisión Nacional de Precios y Salarios que tenía la función de vincular aumentos salariales con los niveles de productividad y evitar aumentos de precios no justificados. Las medidas de control o acuerdo de precios que generó el “Pocho” lograron revertir la situación, y la inflación pasó del 38% en 1952 al 4% en 1953 y cayó al 3,8% en el año 1954”.

Para comenzar, es necesario aclarar cómo se llegó al 38% en 1952. Lo cierto es que Perón asumió con una inflación del 17% en 1946 y alcanzó el 38% en promedio, pero con un pico del 50% anual en diciembre de 1952. Ese fue el registro de inflación más alto desde 1943 hasta 1959. Es decir, el problema de la inflación surgió dentro del propio gobierno de Perón, quien luego implementó el acuerdo de precios. No se trató de una herencia.

Si bien la inflación de 1954 fue 3,8%, la misma empezó a acelerarse desde septiembre del 1954 y si se compara diciembre de 1954 versus diciembre de 1953, alcanzó el 16%. La inflación, de hecho, se consolidó por encima del 12% de ahí en adelante. En 1955 la inflación siguió su curso elevado hasta el derrocamiento de Perón.

Es decir, si corto el análisis en agosto de 1954 el plan fue exitoso, pero si lo extiendo un año más, ya no presentaba tantos éxitos antiinflacionarios. El impacto del acuerdo de precios duró tan solo 18 meses y no más. Todo dentro del propio gobierno de Perón. El golpe llamado revolución libertadora fue en septiembre de 1955.

2. “En el año 1973, con el regreso definitivo del General Perón, el Pacto Social, que impulsara como principal medida de política económica supuso también acuerdo de precios, y fue tan exitoso que logró bajar la inflación drásticamente del 100% existente, cuando iniciara el gobierno el “Tío” Cámpora, al 30% en solo un año”. 

En esta afirmación de Artemio existe un problema de datos. Según el Indec, la inflación de 1972 fue del 58,5% y la de 1973 fue del 60,3% (60 es más que 58 que yo sepa). Por lo tanto, el párrafo anterior mucho sostén no parece tener.

Le vamos a aportar algunos datos a Artemio de lo que pasó luego. La inflación promedio de 1974 sí fue menor, bajó al 24%. El acuerdo de precios que inició Gelbard durante el gobierno de Cámpora logró que la inflación anualizada bajara del 79% en mayo de 1973 al 12% en mayo de 1974. No obstante, ya en diciembre del mismo año había alcanzado al 40% anual y en 1975 la inflación fue del 182,8%. También gobierno peronista.

Entonces, las consecuencias positivas del acuerdo de precios duró 12 meses y no más.
3. “Por último, llegamos al año 2006, durante la etapa más reciente de acuerdos de precios que fue desplegada exitosamente por otro gran patriota peronista, Néstor Kirchner”.

Al evaluar el impacto del acuerdo de precios del 2006 surge un claro problema: a partir del 2007 las estadísticas del Indec decidieron rifar su prestigio y no medir más la inflación como hasta ese momento. Sin embargo, resulta evidente que si la inflación hubiera estado tan controlada, el Indec la seguiría midiendo adecuadamente. Es real que la inflación del 12,3% en 2005 bajó al 9,8% en el 2006. Un éxito más que evidente si tenemos en cuenta que llegamos al 2012 con el país con la cuarta inflación más alta del mundo.

Las consideraciones de Artemio respecto a la mejora en la distribución del ingreso son ciertas, porque durante un breve período de congelamientos de precios, el poder adquisitivo de los salarios sube. El problema es que no es sustentable en el tiempo y después pasa lo que dijo el General: “los precios suben por ascensor y los salarios por escalera

La frase es más que acertada. Cuando yo competía con mi hijo a ver quién subía más rápido si yo por ascensor -obvio, ¿no?- o él por escalera, pasaba que hasta el primer piso mi hijo me ganaba. Ya en el segundo estábamos parejos, pero desde el tercero en adelante le ganaba yo (¡en el ascensor!). Con los salarios y la inflación pasa lo mismo. Al principio gana el salario, pero después pierde irremediablemente.

Las mejoras del ingreso suceden al principio, hasta el segundo piso, después no son posibles de sostener en el tiempo si no hay aumentos de inversión y de productividad. El control de precios con suerte da una sensación de alivio que dura muy poco tiempo, porque no resuelve los problemas de fondo que lo originan. Es una aspirina, no un antibiótico.

Argumentar que los controles de precios son exitosos en Argentina con las fotos elegidas por Artemio no resulta muy sólido; de hecho, tuvo que forzar algunos datos para encontrar justificaciones a su relato. No obstante, es justo reconocer que también le pega y con gran razón a muchos neoliberales que cuando se hicieron cargo del gobierno no hicieron nada para combatir la inflación. Así que en ese punto Artemio, te doy la derecha.

La yapa, el relato histórico
“Finalmente -y como para que tengan, guarden y repartan-, ¿qué hicieron los gurúes libremercadistas durante sus diversas gestiones de gobierno, incluida la última dictadura?  Fácil: tomaron un país con 3% de pobreza en 1975 y lo devolvieron con 54% en 2003, mientras a la indigencia la dispararon del 2% al 27,6 en igual lapso. Por suerte, el desempleo solo pasó del 3% en 1975 al 24% en 2003, y la participación de los trabajadores sobre el producto cayó del 47% de 1974 al 17% de mayo del 2003”.

Acá Artemio pecó de injusto o de ignorante (cosa que definitivamente no es). Meter en la bolsa neoliberal a Alfonsín es -como mínimo- mala leche.  Es una tergiversación histórica más que importante. Llamar a Grispun o a Sourruile neoliberales es una barbaridad. Se puede decir que fracasaron en su gestión, pero no que son lo mismo que Martínez de Hoz. La democracia se recuperó desde Alfonsín (y te recuerdo a Artemio que el candidato peronista estaba a favor de la ley de autoamnistía).

Lo segundo que le recuerdo es que al hablar de políticas económicas peronistas, debería poder incluir el gobierno de los 90 que tanto critica, y así hacerse cargo de la historia (película) completa y no sólo de las tres fotos que le convengan a su relato.

Existen cosas buenas y malas en la historia argentina en general, y en el peronismo en particular, pero no inventemos una historia que nos convenga coyunturalmente. (Artemio, para la próxima te paso tres fotos en las que todavía tengo pelo y me armás un relato acerca de mi frondosa cabellera, ¿sí?)

Militancia sí, mentiras no. “(¡Ay, perdón, me crispé!)”

Tomás Bulat

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