Imaginemos
que estamos solos en una isla luego de un naufragio. Supongamos que la
isla tiene dos recursos naturales abundantes: cocos y peces.
Supongamos
también que estamos dispuestos a trabajar 8 horas diarias. Ese tiempo
lo podemos dedicar íntegramente a pescar o a bajar cocos de los
cocoteros.
Como no disponemos ni de una red para pescar, ni de una escalera para subir a los cocoteros, hacemos todo con las manos.
Como
puede verse en el gráfico 1, si dedicamos las 8 horas diarias de
trabajo a pescar, obtenemos 10 peces. Si las 8 horas las utilizamos
únicamente para bajar cocos trepándonos a los cocoteros, obtenemos 30
cocos.
Otra
posibilidad es que utilicemos parte del tiempo para pescar y la otra
parte a bajar cocos. En ese caso tendríamos la cantidad de peces P1 y la
cantidad de cocos C1, o cualquier otra combinación a lo largo de la
curva que une el eje vertical con el horizontal.
Como luego de las 8 horas quedamos extenuados, no tenemos tiempo para poder hacernos una choza, algo de ropa o algún calzado.
¿Cómo podríamos lograr tener cocos, peces y además una choza, mejor ropa y calzado trabajando 8 horas diarias?
Utilizando menos tiempo para bajar los cocos y para pescar. Es decir, aumentando la productividad.
¿Y
cómo podemos asignar menos tiempo a la pesca y a bajar cocos sin que
disminuya la cantidad de cocos y peces que hoy obtenemos?
Invirtiendo tiempo en construir una escalera y en hacer una red para la pesca.
Para eso tenemos que ahorrar, consumir menos cocos y peces por día, y
destinar parte del tiempo a construir la escalera y la red de pesca. El
camino sería consumir menos cocos y peces de los que obtenemos por día
(ahorro) para consumirlos en los días siguientes mientras invertimos
tiempo en hacer la red para pescar y en construir la escalera.
Construida
la escalera y la red para pescar, habiendo sacrificado por un tiempo
algo del consumo de peces y cocos, tendríamos la posibilidad de obtener
una mayor producción de ambos, como puede verse en el gráfico 2
Gracias
a la red para pescar, ahora podemos tener 15 peces en 8 horas en vez de
los 10 de antes y con la escalera conseguimos 40 cocos en vez de los 30
de antes.
La curva se desplazó hacia la derecha del gráfico gracias a
la inversión que hicimos (ahorro previo) en dos bienes de capital:
escalera y red para pescar.
Como
ahora, en 8 horas, tenemos más cocos y peces, podemos ahorrar más, con
lo cual podemos dejar de pescar o bajar cocos durante unos días y
construir una choza, calzado o ropa sin que nos falte comida. Es más,
si
no estuviésemos infectados por el virus de la sustitución de
importaciones, hasta podríamos cambiar cocos y peces con los vecinos de
nuestra isla cercana a cambio de ropa que ellos hacen.
Pero
dejemos de lado por ahora ese concepto “horrible de intercambio
comercial” parafraseando a Kicillof e imaginemos que, dada la mayor
productividad obtenida por la inversión en la escalera y en la red para
pescar, nos sobra tiempo de las 8 horas diarias de trabajo para bajar
los cocos y peces que necesitamos y dedicamos parte del tiempo a
construir la choza, la ropa y el calzado. Sin duda estaríamos en una
situación de progreso.
Mejoramos nuestra calidad de vida gracias a que
ahorramos y el ahorro (ingreso no consumido) lo destinamos a invertir en
bienes de capital que aumentaron nuestra productividad y nos
permitieron tener la choza, ropa y calzado.
Supongamos
ahora que un día llegan a la isla unos náufragos que se denominan “La
Compota”, acompañados por un señor que grita todo el tiempo y que le
dicen “Willy Dark”, y una señora que no para de hablar inconsistencias, y
nos dicen: “Como somos mayoría, acá se hace lo que nosotros decimos. Si
no les gusta, armen un partido político y ganen las elecciones”.
Así
que los recién llegados toman el poder de la isla y deciden que hay que
consumir todo el tiempo y empiezan a usar la escalera y la red sin
cuidarla, con lo cual se van rompiendo los escalones de la escalera, se
aflojan los laderos, la red de pescar empieza a llenarse de agujeros por
donde se escapan los peces y demás desastres.
Encima, declaran varios días feriados porque consumir es bueno.
Además,
otra parte del tiempo hay que sentarse a escuchar a la señora
parlanchina que le gusta hablar incoherencia y todos tienen que aplaudir
sus ocurrencias.
Por lo tanto ya no trabajamos 8 horas diarias, sino
que lo hacemos 4 horas por día. La escalera es de ellos, porque no
existe cosa más horrible que la seguridad jurídica y la propiedad
privada, que es un invento de la burguesía explotadora según La Compota.
Como
trabajamos menos horas, la escalera ya está rota e inutilizable y los
peces se divierten pasando entre la red cada vez que se usa para pescar,
el resultado es que la producción baja como muestra el gráfico 3.
El
resultado de semejantes disparates de La Compota y Willy Dark es que,
ya sin la escalera ni la red para pescar (consumo de stock de capital) y
con menos horas de trabajo, produciríamos 25 cocos en vez de los 40, e
incluso menos de los 30 originales.
Con los peces nos pasa lo mismo.
Conseguimos 6 peces por día en vez de los 15 que obteníamos con la red, y
menos que los 10 que cuando trabajamos 8 horas con las manos.
Cuando
aplicábamos la lógica económica más elemental habíamos logrado
desplazar la curva hacia la derecha y hacia arriba del gráfico en
dirección al progreso.
Ahora, con las nuevas ideas de La Compota y
Willy Dark, la curva se desplazó hacia la izquierda del gráfico y hacia
abajo, en dirección a la pobreza.
¿Qué
pasó? Que nos consumimos el stock de capital, trabajamos menos horas
por el populismo reinante en la isla y, encima, los de La Compota no
trabajan, pero consumen. Y como si esto fuera poco, mientras nosotros
trabajamos como esclavos para mantener a la señora parlanchina, a los de
La Compota y al gritón Willy Dark, nos pone trabas todo el tiempo
mientras estamos pescando o bajando cocos de los árboles.
A
la señora hay que mantenerla porque, entre perorata y perorata, está
ocupada eligiendo unos terrenos en el mejor lugar de la isla dónde
piensa construir una choza 5 estrellas.
Los de La Compota están siempre
ocupados viendo cómo pueden vivir cada vez mejor disfrutando del lugar
dónde están los botes. Una especie de puerto con maderos.
Lo
cierto es que desde que llegaron estos intrusos a la isla vivimos cada
vez peor. De la isla del progreso pasamos a la isla de la pobreza.
Sin
embargo, la señora parlanchina nos dice que estamos cada vez mejor. Que
en esa isla nunca se progresó tanto hasta que ellos llegaron. Que el
mundo va a admirar el modelo impuesto por ellos en la isla. Que los
países más ricos del mundo quieren venir a ver en qué consiste este
maravilloso modelo según el cual destruyendo el stock de capital y
trabajando cada vez menos, se vive cada vez mejor.
Willy
Dark y los de La Compota la aplauden a rabiar en sus discursos y
nosotros estamos desconcertados, porque contamos la cantidad de peces
que conseguimos por día y vemos que son 6 en vez de los 15 que
obteníamos hasta que ellos llegaron.
Y contamos los cocos que producimos
por día y vemos que conseguimos 25 en vez de los 40 que bajamos hasta
que ellos llegaron.
Pero ella insiste en que estamos mejor. Como no puede ser que la aplaudan tanto sin que ella tenga razón en su relato,
suponemos que tener 25 cocos es mejor que 40.
También debe ser bueno ver cómo se cae a pedazos la choza que
construimos porque nadie la mantiene; la ropa, que ahora la usan todos,
al igual que el calzado, están destruidos.
Imaginamos
que el relato de la señora es cierto por la forma en que la aplauden a
rabiar.
Como están tan convencidos de lo que dicen, concluimos que nos
están tomando el pelo o transformaron la isla del progreso en la isla de
la fantasía, donde 25 cocos es más que 40 cocos.
Roberto Cachanosky
Ernesto
18 de Marzo de 2013