Recibí una multa por exceso de velocidad. Circulaba a 110,2 km/h en una zona de máxima 100. El aviso tenía dos preciosas fotos color en donde se veía la parte trasera de mi vehiculo y la segunda, el dominio ampliado.
Ambas tenían detalles de la máquina que obtuvo las imágenes, fecha de calibración, etc. También aparecía el nombre del técnico y el lugar en donde me escracharon: Lugones km 8,5. Esto es, el puente Angel Labruna, calle Udaondo, en donde recientemente instalaron cámaras fijas con radar apuntando hacia Capital.
Me fui a Pellegrini al 200, lugar histórico de la ciudad, para abonarla porque existe un 50% de reducción por pago voluntario. Luego de casi 45 minutos de espera llegó mi número y fui al mostrador. El amable empleado, una vez tomado mis datos, me señaló que eran tres las multas que tenía y todas del mismo lugar, con diferencias de 10 días cada una. ¡No lo podía creer!
Casi sin solución de continuidad, pasé a la sección en donde un juez de faltas recibe a los "que van a morir". Allí pasé casi 60 minutos de mi vida, mirando al resto de los presidiarios y jugando con mi Blackberry esperando que mencionaran mi nombre. Finalmente, casi al borde de un ataque de nervios oí el llamado de los dioses y me dirigí al cadalso.
Me presentaron a la Dra., responsable de ese sector -hay varios- porque sus dos ayudantes se estaban merendando a dos presuntos infractores, como así nos llaman. Debo decir que la Dra, cuyo nombre no retuve, fue muy amable y atenta. Fue como si me hubiese parado frente a un pelotón de fusilamiento y me hubiera ofrecido una reposera, cerveza fría y unos langostinos para picar. Sabía que estaba muerto, pero al menos disfrutaría de mis últimos minutos en la Tierra.
Con una voz calma y suave, me mostró las tres infracciones en fotos, indicándome las velocidades que tenía. Luego me señaló que si bien, cada multa equivalía a una disminución de cinco puntos, en este caso solamente perdería 10 -casi como un combo, ¿vio?- y debería abonar el valor mínimo por cada una, porque no había superado el 20% de la velocidad máxima autorizada en el lugar. En fin para hacérsela corta, aparentemente logré toda una oferta: pagué $405, perdí 10 puntos del scoring y casi 90 minutos de mi vida.
Pero además me pasaron el dato en donde estaban el resto de las cámaras fijas: Galván al 3000 y Figueroa Alcortaal 5000 y algo -debajo del puente del ferrocarril en donde el camino hace una "S" cuya velocidad máxima es de tan sólo ¡40km! Buscando en internet encontré este artículo reciente de Clarín en donde menciona este asunto.
Mi consejo: respete las velocidades máximas porque están controlando mucho. Ni hablar de los radares móviles, cuyo ejemplar más visto es el que se encuentra al final de la Autopista Illia, cerca del peaje mano a Costanera.
Debo reconocer que con este método están logrando que todos saquemos el pie del acelerador, aunque todavía hay algunos descontrolados que nos dejan parados como poste.
Solo espero no seguir recibiendo estas "cartas de amor"
4 comentarios:
Muy real todo esto. Me hiciste reir mucho. Por lo menos es una buena forma de mirarlo.
Yo estoy pasando un veranito bárbaro tratando de pagar las multas
Gracias Guillermo por tu comentario. Abrazo
Hola! Hoy la carta de amor me llego a mi... AU 25 de Mayo km4. Limite 100 y segun la carta iba a 113.
Segun la carta puedo ir a las GCPC´s, pero tambien informa que saque un turno. Vos fuiste directo a Pellegrini? Pagaste los $405 x las 3 faltas? Saludos y Gracias.
Fui directo a Pellegrini, que también puede sacarse turno por internet, pero no pude hacerlo.
Te comento que las faltas leves prescriben al año y las graves, como exceso de velocidad a los dos años.
Exitos!
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