martes, 20 de julio de 2010
¿Qué Seguridad Aérea?
De un amigo.
Estamos azorados de ver cuán mal se ha tratado a los pasajeros del transporte aéreo de cabotaje argentino, nacionales y extranjeros. Gente que trabaja. Gente que viene a disfrutar de nuestros centros invernales. Gente que ahorró con mucho esfuerzo la platita -o se metió en un crédito- para viajar en vacaciones de invierno, ir de un lado a otro a ver a sus familiares y amigos.Las promesas que los chicos vieron arruinadas.
Habría que parar la pelota y decirnos que la mentira (hija del Diablo) reina también en el cabotaje argentino.
En los medios se leía que "los vuelos están demorados y cancelados por las malas condiciones meteorológicas." MEN TI RA
La cosa se fue de madre porque los aeropuertos del interior, en especial los de la Patagonia, no están preparados para operar con nieve ni hielo, algo que en hemisferios desarrollados -a diferencia de nuestra atrofia- es perfectamente normal. Claro que para eso hace falta autoridad realmente competente, visión de futuro, investigación, planificación e inversión. La maquinaria para limpiar las pistas no se compra en el mismo lugar que las cosechadoras. Los equipos para limpiarle el hielo a los aviones tampoco.
El preguntarnos "¿Cuánto cuesta...?" no nos lleva tan lejos como "¿Qué beneficio nos traería...?" Uno puede disculpar a Salta, a Tucumán, de no contar con equipo para paliar los problemas de la nieve y el hielo pero ¿se puede disculpar a Río Gallegos, por ejemplo?
Recién me decía un piloto comercial que "Bahía Blanca tiene nueva terminal pero no podés operar de noche, siendo que el aeropuerto debiera servir como alternativa para los vuelos patagónicos."
Entonces, lo mejor sería no vender más temporadas de invierno ni vuelos invernales a esas ciudades que no cuentan con los equipos necesarios para operar debidamente en el rigor del invierno. ¿O acaso alguien querría volar con menoscabo de la salvedad (seguridad) aérea?
"Tras un accidente, para qué hablar de seguridad aérea -- es muy tarde," me decía hace muchos años un vice-presidente de Lufthansa.
Claro está que este escenario de hoy no nos deja margen de futuro. Habría que mirar cómo hacen los países que se toman a la aviación en serio (no estamos en dicho grupo) e intentar con humildad (tampoco nos abunda ese recurso) aprender de ellos. No se puede seguir amontonando vuelos en Aeroparque sin agilizar el movimiento de aviones.
Los bobos sólo se fijaron si Aduana y la policía aeronáutica tenían lugar. Demos gracias a que ni TAM ni Gol operan en Aeroparque aun, porque de haber sido ese el caso, la gente varada en estos días hubiera sido tanta que se hubiera caído por la varanda al Río de la Plata.
Nuestra miopía aérea es escalofriante. Nuestra aeronáutica, poblada de gente a la que le da lo mismo tanto estar en esta actividad como en cualquier otra, se ha vuelto anti-aérea.
Sería deseable que los operadores turísticos se limpiaran las lagañas, dejaran de sonreír en la foto con las autoridades y reclamen que los aeropuertos del interior estén a la altura de la demanda y de las inversiones que han hecho y que dicen que van a hacer. En caso contrario, el nuevo ministerio no será otra cosa que una exageración de la ineficiencia actual. El ministro de turismo de un país serio es el "boca en boca."
Con lo sucedido en Aeroparque en estos días, sólo podemos esperar que dicho recurso sea usado en nuestra contra. Con gran educación, como si no tuviera él el mismo derecho a putear que tenían los argentinos que lo rodeaban, un turista brasileño decía anteayer en Aeroparque "esto es indignante y yo no creo que otro brasileño quiera venir a la Argentina para que lo traten así."
Multipliquemos eso por cada pasaje vendido, elevémoslo a la potencia de la cantidad de gente que va a escuchar las quejas de boca de los daminificados y tendremos la dimensión del desastre que nos buscamos por negligencia, dejadez y la eterna confianza en nuestra gran capacidad de improvisación. Esto último es, sin dudas, nuestro mayor cañón anti-aéreo.
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