Salí de una reunión. Me subí al auto y en la radio escuché la voz de nuestra presidente diciendo: "Cuando yo contaba en Europa que estábamos negociando convenciones
colectivas de trabajo y ninguna cerraba por abajo del 20 por ciento, no
lo podían creer. Esto no existe en el mundo, pero ni siquiera existe en
Latinoamérica, eso lo saben todos muy bien..." y cambié de frecuencia buscando algo de música.
Mientras escuchaba una balada pensaba: "Claro que no lo podían creer, porque cuando se trata de aumentos salariales en países normales -y ya no digo desarrollados- los porcentajes de aumentos oscilan entre el 2% y 5% solamente. Si ella habla del 20% la deben mirar como diciendo "estás delirando". Seguramente nunca le dijo a su interlocutor que tenemos dos inflaciones diferentes: la del INDEK y la real. Esta última muy superior a los aumentos de sueldos fijados"
Trataba de buscarle algún argumento válido para justificar semejante estupidez dialéctica, pero no lo encontré. Evidentemente nuestra Reina sigue pensando que somos todos idiotas y con el cerebro lavado por tanta incoherencia K.
Reconocer aumentos salariales mayores al 20% es reconocer que algo no anda bien. Que la economía está haciendo agua. Que no nos pueden tratar como gente seria. En fin, todo un dislate, como nos tiene ya acostumbrados esta buena mujer.
En el fondo me da pena. En los flashes televisivos pude ver algunos pasajes de su discurso y debo reconocer que es una maestra frustrada. Equivocó su camino. Hubiera sido una brillante maestra de grado, parada frente a sus alumnos.
Luego, su reto a Scioli: "Hay que administrar y gestionar, no basta con poner la cara, hay que
gestionar y administrar, como hago yo todos los días de mi vida y como
hizo Néstor todos los días de su vida." Digo yo, ¿pretenderá que Scioli imprima sus propios billetes, como hace ella? ¿pedirle préstamos al Banco Central, contra la entrega de papeles pintados, como hace ella? ¿manotear fondos frescos de la ANSES, como hace ella?
A mi no me quedó claro. ¿Y a Ud.?
En ningún momento de su largo monólogo mencionó la palabra tabú: inflación. Quizá cuando la mencione y reconozca que ese es su verdadero problema y no los posibles "movimientos destituyentes", habrá dado un paso adelante para combatirla.
Si no reconocemos la enfermedad, poco podremos hacer para curarla.
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