lunes, 31 de enero de 2011

Mis vacaciones - Primera Parte


No acostumbro a salir de vacaciones en enero. Hace muchos años atrás, aprendí que, por diferentes motivos febrero es El mes para salir: los precios son mucho más accesibles; se nos acorta mas el año (enero es un mes que pasa rápido); hay menos gente en la CABA en enero y menos gente en la playa en febrero; abundan las ofertas de fin de temporada porque lo que no se vendió a partir del 15 de febrero, es un clavo remachado, y la lista continúa.

Comprendo que para muchos, enero es la atracción de temporada y seguramente habrá un listado paralelo, indicando las bonanzas del primer mes del año.

Casi como para contradecirme y demostrarme que la carne es débil, me invitaron a pasar unos días a Pinamar durante esta segunda quincena de enero, que por razones estrictamente familiares no pude negarme. En el fondo, sabía que mi mente y cuerpo no podían esperar a febrero para descansar.

Así es que, con las valijas en el auto, partimos raudamente a la ruta 2, rodeados de pocos veraneantes y muchos laburantes cansados. Debutamos con un corte de ruta a la altura de Hudson por unos piqueteros de una villa cercanana que reclamaban no se que cosa. Para hacerla corta, casi como David Vicent en la recordada serie Los Invasores, buscamos un atajo que en nuestro caso, si pudimos encontrar pero eso nos llevó casi hora y media de atraso.

Aprovechamos para recorrer la recordada avenida Calchaquí, hoy devenida en una ruta aventura -quizá el Rally Paris-Dakar podría tenerla en cuenta- porque además de lo rota que está, en toda la pared divisoria entre ambas manos de circulación, tiene yuyos y arbustos crecidos en la mugre de tierra que debe tener no menos de 20 años. Gracias a nuestros hermanos piqueteros, nos vimos obligados a hacer turismo aventura. Me sentía como el rubio de Camel Trophy en la publicidad.

No importaba, ¡salíamos de vacaciones!

El corte, produjo una disminución del tránsito en la ruta 2 tan notable, que parecía que estábamos solos en el confín del mundo. El destino quiso, además, que un temporal con vientos muy fuertes, nubes de polvo y tierra con lluvia torrencial nos acompañara durante un largo trecho del camino. El viento cruzaba la ruta con tal fuerza que debía sostener el volante con firmeza para evitar que me sacara del carril. Volaba de todo. Mi temor era que alguno de los miles de carteles que rodean la ruta, se soltara y nos golpeara. La ventaja, la policia no nos iba a molestar.

De todas formas, mi mente me repetía "No importa, ¡salimos de vacaciones!"

Mi mujer hacía rato que había dejado de decirme "¿porqué no volvemos y partimos mañana?" digamos que unos 13o km atrás abandonó, al darse cuenta que nada ni nadie impediría iniciar mis vacaciones.

Paramos en Dolores a comer un vacío al asador. En la misma parrilla en donde solemos hacerlo, porque se come bien, barato y rápido. Fuimos los primeros en entrar, casi al café, el lugar comenzó a llenarse. No comprendo como la gente puede cenar, tomando vino y comiendo como biafranos, sabiendo que les espera un par de horas de manejo de noche.

Así ocurren los accidentes, que lamentablemente vimos en nuestra etapa final, con un auto volcado en la banquina con cuerpos desparramados y la gente de seguridad socorriendo. Que manera idiota de perder la vida y destrozar una familia. Nunca aprenderemos.

Pese al mal inicio, el viaje concluyó con todo éxito. Llegamos a destino un poco cansados pero felices de haber iniciado nuestras vacaciones. Ahora dependería del clima para disfrutar.

Continuará...

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