lunes, 6 de abril de 2009

No hay nada seguro, con mi seguro

Intentaron abrir el baúl del auto. Rompieron la cerradura pero no pudieron lograr nada. Me enteré varios días después, porque uno nunca mira el baúl del auto, excepto que lo tenga que usar. Aparentemente utilizaron algo con punta, porque la ranura donde se coloca la llave estaba destruída.

Fui al seguro, me tomaron la denuncia, sacaron fotos y me explicaron que el conjunto de la cerradura era muy caro, pero que tenían un taller en donde cambiaban el tambor y solucionaban el problema.

Allí fui.

La verdad es que me quedé gratamente sorprendido por la eficiencia. Me dijeron, que regresara en dos horas y cuando volví el auto estaba casi listo. Me mostraron una pequeña pieza rota de plástico y metal que sirve para mover la traba automática de la tapa del baúl, que se une con el motor eléctrico que la hace funcionar. De eso no había repuesto y tenía que tratar de buscarlo por algún lugar. La cerradura funcionaba pero debía cerrar con la llave.

Me fui a Warnes. La Meca de los repuestos legales e ilegales. Luego de preguntar en varios sitios, me encontré con uno que tenía repuestos de marca. Buscaron y encontraron lo que quería. En lugar de tener esa pieza sola, tuve que comprarla con el motor. Precio $100. Suspiré con alivio, porque la cerradura completa estaba por arriba de los $500.

Volví al seguro para que me reconocieran la compra y me dieran una orden para el taller. Allí terminó mi día de suerte. El empleado me dijo que solamente reconocían la reparación de la cerradura y, como ésta funcionaba bien, el seguro no tenía más que ver.

Le expliqué que la traba eléctrica formaba parte de la cerradura y que debía ser considerado como un todo indivisible. Demás está decir, que la discusión fue subiendo de tono, hasta que la terminé con la frase
- ¡Entonces me está diciendo que me tengo que joder!
- Mire señor, si Ud. quiere expresarlo de esa manera...

Antes de subirme al auto llamé a mi corredor de seguros y tuvimos un intercambio de opiniones que puede ser motivo de otro post.

De allí volví al taller que habían hecho el trabajo anterior y muy amablemente pusieron el repuesto contra una propina para el empleado. Lo que gasté en el repuesto, mas el arreglo del tambor no llegó al límite que tengo asegurado en cristales y cerraduras, pero estos caraduras del seguro, les importa más ahorrarse unos pesos que perder un cliente.

Por eso, fíjese que le reconoce su seguro, porque quizá tenga una desagradable sorpresa y convenga más llevarlo sin la tapa del baúl.

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