viernes, 15 de febrero de 2013

Ahora con los árboles

La cuestión es pegarle a Macri. El tema del metrobús en la 9 de julio es la excusa perfecta.

Debo decir que, como automovilista, me molesta mucho la obra que están haciendo. Pero debo reconocer que cuando todo termine, servirá para mejorar la circulación en esta importante avenida. Sobre todo, para aquellos que usan el colectivo.

Ahora bien, el tema de los árboles causa gracia. Me acuerdo cuando comenzaron los trabajos en Panamericana, algunos vecinos de Olivos y de la zona, se encadenaban a los árboles para evitar que los sacaran. En realidad los trasplantaban a otro lugar y les puedo asegurar que el costo de ese movimiento no es barato. Días de protesta...y ¿para qué? Al final la obra se terminó y todos quedamos muy contentos con un acceso nuevo y ágil. Se plantaron más árboles de los que había y se preservaron los viejos.

Con la 9 de julio pasa lo mismo. Un grupo de vecinos -que no votó a Macri, seguramente- más algunos políticos disidentes (de lo que hace el Lord de Buenos Aires) protestaron de forma parecida a lo que habían hecho sus predecesores en Panamericana e interpusieron un recurso de amparo. La verdad es que todos los árboles serán transplantados en la propia 9 de julio o en parque Tays. Algunos se sacarán porque están enfermos o no tienen recuperación.

Pero tampoco sirven las explicaciones. El grupo de alcahuetes cristinistas salieron a hacer ruido, como siempre, diciendo unas verdades a medias o distorsionando la realidad. El caso más emblemático fue el de Ricardo Foster, quién escribió en el Boletín Oficial de Página 12 una alegoría a los árboles. “En noches infaustas brigadas vestidas de amarillo destruyen y dañan esas indefensas criaturas que nos ofrecen su belleza, su oxígeno purificado y su sombra a cambio de nadaescribió. Un verdadero pelotudo que nada dijo, cuando su jefa convirtió en leña, más de 500 árboles para la construcción de Tecnópolis y destruir un parque verde.

Pero, el broche de oro lo dejó nuestra reina cuando dijo en el sur "No vamos a tirar un sólo árbol. Los árboles son sagrados, no se tocan. Por lo menos, acá en El Calafate, sobre mi cadáver" Bien clarito, allá no se toca nada. Aquí, pasamos la aplanadora.

No quiero mencionar las miles de hectáreas de bosques que se están destruyendo, porque sería demasiado y podrían acusarme de "desestabilizador".

Como siempre y ya es costumbre, el kirchnerismo primero y ahora el cristinismo tiene una doble moral.

De todas formas, en un par de meses disfrutaré de un tránsito más ágil. Eso espero.

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