miércoles, 12 de mayo de 2010

La Plata ciudad aventura


En la jungla, los animales y vegetales luchan para sobrevivir. Cada uno tiene al menos un depredador natural que le fija límites a su crecimiento y expansión. Pero, en todos los casos, el equilibrio que fija la naturaleza a través de sus reglas permite que todos puedan vivir y convivir.

Los humanos, sin embargo, a pesar de tener normas de convivencia y cientos de leyes, vivimos en la mayoría de los casos para infringirlas. Evidentemente somos hijos del rigor. Sin sanciones, no reaccionamos.

Y es lo que pasa hoy en la Ciudad de Buenos Aires, en donde el uso masivo de fotoradares, controles de alcoholemia, uso de cascos, multas altas y secuestros de motos, lograron que sacásemos el pie del acelerador y seamos prudentes con las bebidas. Soy el primero en reconocer que estoy conduciendo a velocidades menores a lo que estaba acostumbrado y si voy a alguna reunión o cena, viajo en taxi.

Sin embargo, esto mismo no pasa en otros lugares.

Hace unos días, un fin de semana estuve en La Plata para un cumpleaños. Es una ciudad que conozco desde hace muchos años y siempre dije que aquel que puede manejar en ese sitio, puede hacerlo en cualquier país del mundo.

El tránsito es un descontrol. Los semáforos son un adorno que se encuentran en las esquinas, y sirven para que la mayoría los cruce en rojo. El estacionamiento sólo es válido si el auto lo dejamos en frente del lugar a donde vamos, por lo tanto si no hay espacio para dejarlo, lo ponemos en doble fila, eso sí, con las balizas puestas. Como todos utilizan ambos lados de las aceras, las calles pasan a tener cuatro carriles con autos y solamente uno para circular en el mejor de los casos.

En los barrios, las anchas veredas cumplen tres servicios: circulación del peatón; mantener los árboles (acumulación de hojas en otoño) y estacionamiento de autos. Esto es algo que no lo ví en otras ciudades, al menos no a este nivel.

El dicho "el que viene por la derecha a pasar tiene derecho" no debe ser conocido por nadie porque en las bocacalles pasa el que "la tiene más larga". Girar a la izquierda en avenidas que no se puede, es uno de los deportes preferidos de los platenses. No se confíe.

Ni hablar de los pobres peatones.

Pero todo eso es posible, porque no hay policías ni responsables de controlar las calles y seguramente porque a nadie le interesa solucionar un problema que realmente es grave.

Ya sabe, si quiere ir de aventura, tome su auto y vaya a la ciudad de las diagonales. No se arrepentirá.

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