martes, 30 de noviembre de 2010

El dichoso celular


Anoche le contaba a mi hijita Nina un cuento infantil muy famoso, el de Hansel y Gretel de los hermanos Grimm.

En el momento más tenebroso de la aventura, los niños descubren que unos pájaros se han comido las estratégicas bolitas de pan, un sistema muy simple que los hermanitos habían ideado para regresar a casa. Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer.

Mi hija me dice, justo en ese punto de clímax narrativo: 'No importa. Que lo llamen al papá por el celular'.

Yo entonces pensé, por primera vez, que mi hija no tiene una noción de la vida ajena a la telefonía inalámbrica. Y al mismo tiempo descubrí qué espantosa resultaría la literatura -toda ella, en general- si el teléfono móvil hubiera existido siempre, como cree mi hija de cuatro años.

Cuántos clásicos habrían perdido su nudo dramático, cuántas tramas hubieran muerto antes de nacer, y sobre todo qué fácil se habrían solucionado los intríngulis más célebres de las grandes historias de ficción.

Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica, en cualquiera que se le ocurra. Desde la Odisea hasta Pinocho, pasando por El viejo y el mar, Macbeth, El hombre de la esquina rosada o La familia de Pascual Duarte. No importa si el argumento es elevado o popular, no importa la época ni la geografía.

Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica que conozca al dedillo, con introducción, con nudo y con desenlace.

¿Ya está?

Muy bien. Ahora ponga un celular en el bolsillo del protagonista. No un viejo aparato negro empotrado en una pared, sino un teléfono como los que existen hoy: con cobertura, con conexión a correo electrónico y chat, con saldo para enviar mensajes de texto y con la posibilidad de realizar llamadas internacionales cuatribanda.

¿Qué pasa con la historia elegida? ¿Funciona la trama como una seda, ahora que los personajes pueden llamarse desde cualquier sitio, ahora que tienen la opción de chatear, generar videoconferencias y enviarse mensajes de texto? ¿Verdad que no funciona un carajo?.

Con un teléfono en las manos, por ejemplo, Penélope ya no espera con incertidumbre a que el guerrero Ulises regrese del combate.

Con un móvil en la canasta, Caperucita alerta a la abuela a tiempo y la llegada del leñador no es necesaria.

Con telefonito, el Coronel sí tiene quién le escriba algún mensaje, aunque fuese spam.

Y Tom Sawyer no se pierde en el Mississippi, gracias al servicio de localización de personas de Telefónica.

Y el chanchito le avisa a su hermano que el lobo está yendo para allí.

Y Gepetto recibe una alerta de la escuela, avisando que Pinocho no llegó por la mañana.

Un enorme porcentaje de las historias escritas (o cantadas, o representadas) en los veinte siglos que anteceden al actual, han tenido como principal fuente de conflicto la distancia, el desencuentro y la incomunicación. Han podido existir gracias a la ausencia de telefonía móvil.

Ninguna historia de amor, por ejemplo, habría sido trágica o complicada, si los amantes esquivos hubieran tenido un teléfono en el bolsillo de la camisa.

La historia romántica por excelencia (Romeo y Julieta, de Shakespeare) basa toda su tensión dramática final en una incomunicación fortuita: la amante finge un suicidio, el enamorado la cree muerta y se mata, y entonces ella, al despertar, se suicida de verdad. (Perdón por el spoiler).

Si Julieta hubiese tenido teléfono móvil, le habría escrito un mensajito de texto a Romeo en el capítulo seis:

M HGO LA MUERTA ,

PERO NO TOY MUERTA.

NO T PRCUPES NI

HGAS IDIOTCS. BSO.

Y todo el grandísimo problemón dramático de los capítulos siguientes se habría evaporado. Las últimas cuarenta páginas de la obra no tendrían gollete, no se hubieran escrito nunca

Muchas obras importantes, además, habrían tenido que cambiar su nombre por otros más adecuados.

La tecnología, por ejemplo, habría desterrado por completo la soledad en Aracataca y entonces la novela de García Márquez se llamaría 'Cien años sin conexión': narraría las aventuras de una familia en donde todos tienen el mismo nick (buendia23, a.buendia, aureliano_goodmornig) pero a nadie le funciona el Messenger.

La famosa novela de James M. Cain -'El cartero llama dos veces', escrita en 1934 y llevada más tarde al cine, se llamaría 'El gmail me duplica los correos entrantes' y versaría sobre un marido cornudo que descubre (leyendo el historial de chat de su esposa) el romance de la joven adúltera con un forastero de malvivir.

Samuel Beckett habría tenido que cambiar el nombre de su tragicomedia más acorde a los avances técnicos. Por ejemplo, 'Godot tiene el teléfono apagado o está fuera del área de cobertura', la historia de dos hombres que esperan, en un páramo, la llegada de un tercero que no aparece nunca o que se quedó sin saldo.

En la obra 'El JPG de Dorian Grey', Oscar Wilde contaría la historia de un joven que se mantiene siempre lozano y sin arrugas, en virtud a un pacto con Adobe Photoshop, mientras que en la carpeta Images de su teléfono una foto de su rostro se pixela sin remedio, paulatinamente, hasta perder definición.

La bruja del clásico Blancanieves no consultaría todas las noches al espejo sobre 'quién es la mujer más bella del mundo', porque el coste por llamada del oráculo sería de 1,90 la conexión y 0,60 el minuto; se contentaría con preguntarlo una o dos veces al mes. Y al final se cansaría.

Todo ese maravilloso cine romántico en el que, al final, el muchacho corre como loco por la ciudad, a contrareloj, porque su amada está a punto de tomar un avión, se soluciona hoy con un SMS de cuatro líneas.

Ya no hay ese apuro cursi, ese remordimiento, aquella explicación que nunca llega; no hay que detener a los aviones ni cruzar los mares. No hay que dejar bolitas de pan en el bosque para recordar el camino de regreso a casa. La telefonía inalámbrica -vino a decirme anoche Nina, sin querer- nos va a entorpecer las historias que contemos de ahora en adelante. Las hará más tristes, menos sosegadas, mucho más predecibles.

Y me pregunto, ¿no estará acaso ocurriendo lo mismo con la vida real, no estaremos privándonos de aventuras novelescas por culpa de la conexión permanente? ¿Alguno de nosotros, alguna vez, correrá desesperado al aeropuerto para decirle a la mujer que ama que no suba a ese avión, que la vida es aquí y ahora?

¿Para qué hacer el esfuerzo de vivir al borde de la aventura, si algo siempre nos va a interrumpir la incertidumbre? Una llamada a tiempo, un mensaje binario, una alarma.

Nuestras tramas están perdiendo el brillo -las escritas, las vividas, incluso las imaginadas- porque nos hemos convertido en héroes perezosos.

Una reflexión de Hernán Casciari

Hernán Casciari es el autor de la obra "Mas respeto que soy tu madre" que interpreta con tanto éxito Antonio Gasalla.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Apología de un bife


Enviado por un amigo, que comparto contigo.

La morocha apretó los dientes. Se podía ver cómo le subía la ira, de abajo hacia arriba, de la base a la cima, de la raíz a la copa.

No era para menos. El grandote canoso vociferaba según su costumbre, extendiendo y agitando el brazo derecho, como vitoreando al fuhrer.

Nunca había sido un hombre de ideas, de hecho parecía más sencillo extraer una reflexión sensata de un paramecio que de él, pero allí donde hubiera gresca, griterío y agitación, el grandote canoso sabía hacer su trabajo.


La morocha no iba a permitir que mancillaran a su hombre, que tal vez fuera un bocón impresentable, pero era su hombre.

El grandote la había acosado durante mucho tiempo, apretando ese invisible botón doloroso, una y otra vez. Ella era una mujer inteligente y, cuando cuadraba, valiente.
El grandote no.

Ya había sido diputado cuando era rubio y no tenía canas, allá por 1973. Renunció a su banca cuando el General promulgó una ley que endurecía las penas contra los milicianos de la Juventud Maravillosa. Y como él también jugaba en ese equipo, fue expulsado del Partido.

Algunos dicen que participó del ataque al cuartel de Formosa, en 1974. Otros dicen que no.

Como los jóvenes maravillosos ametrallaron a los conscriptos que defendían el fortín, quedan muy pocos a quienes preguntarles.
Si me piden mi opinión, yo no creo que el grandote haya estado en esa patriada. Su perfil es más afín al de los quebrados que sobrevivieron delatando a sus compañeros.

Pero ya estoy especulando y yo sólo quería referirme a la morocha encrespada y a su homérico bife.
La génesis del bife fue ostensible, al menos dos segundos antes de que los músculos de la morocha empezaran a moverse.

La ejecución no fue de las mejores. Digamos, una mezcla de Cortito de Karadagián y cachetazo de novela de la tarde. Sin embargo, al grandote se le sacudieron las solapas del enternecedor saquito beige que usa para las sesiones.


Lamentablemente el audio del episodio no fue de lo mejor. No creo que haya sonado “Plaf”, porque le faltó contundencia. Me inclino por el “Ploc”. Igual, creo que gratificó a millones de compatriotas.


Por supuesto, con la misma rancia urbanidad que utilizaron para editorializar el paso a la eternidad del Jefe del grandote, la mejor prensa del país reprobó el bife. No importa. La morocha es una heroína popular, la reina del bife. Porque eso fue: ni cahetada, ni sopapo, ni bofetón, ni puñetazo, ni pescozón, ni moquete, ni tapaboca.

Bife.


Obviamente, ministros y legisladores del “proyecto”, reaccionaron horrorizados. Se reprodujo en miniatura la misma lógica que acompasó al drama de los 70: provocación - reacción - victimización. Sólo que entonces era “Yo te secuestro y te mato porque soy idealista. Cuando vos me matás a mi sos genocida”.

Hoy fue, por suerte, menos cruento. Sólo un bife.


Pero qué lindo bife…

martes, 2 de noviembre de 2010

Turismo Carretera en Paraná

Imágenes de la fiesta del TC en Paraná este fin de semana. A pedido de unos amigos, también agregué algunas sobre las promotoras, que forman parte indisoluble de este gran show.











El inolvidable y recordado campeón Jorge Cupeiro (a la derecha de gorra azul)










lunes, 1 de noviembre de 2010

La muerte no nos hace mejores

Hoy comenzamos un nuevo mes. Esto no sería ninguna novedad y ni siquiera merecería un comentario si no fuera porque hoy iniciamos una nueva página de la historia política de nuestro país. Nuestra reina comenzará realmente a gobernar...sola.

Por una cuestión de respeto a la familia K, durante estos días no publiqué ningún post sobre el fallecimiento del "ex presidente en funciones". Por lo tanto, aproveché el tiempo para leer, ver y escuchar gran parte de las cosas que se hicieron y se dijeron. Lo suficiente para hartarme.

Debo reconocer que dos frases quedaron en mi memoria. La del nuevo filósofo argentino Castells quién manifestó el mismo 27, "hoy conmemoramos el Día de la Hipocrecía Nacional" y la de Lilita "mi mejor homenaje a Kirchner es guardar silencio". Algunos políticos del arco opositor, solamente expresaron sus condolencias a la familia y nada más.

Lo que resultó insoportable, fue oir a los que hasta minutos antes de la desaparición del "Jefe", lo destruían verbalmente y luego, como por arte de magia, lo encumbraban en lo más alto del podio político. Lamentablemente, la mayoría. Triste futuro tenemos los argentinos con este sector opositor mercenario y demagogo.

También me pareció un dislate el show en Casa de Gobierno. El manejo de la televisación exclusivo de Canal 7, que se encargó de hacer desaparecer las caras de aquellos que al gobierno no le gustan; la "invitación" de que no fueran a los que K considera impresentables; el arreo de militantes; los cánticos anti todo y todos más la fuerte demostración política de fanáticos -que no se vió por ejemplo cuando falleció Alfonsín o el mismo Perón- me hicieron acordar más a aquellos velatorios de algún joven montonero de la década de los ´70, que el de un ex presidente.

Me sigo preguntando porqué el cajón estaba cerrado. No existe antecedentes para los ex presidentes. Hacerlo en Casa de Gobierno, simplemente fue para no darle protagonismo a Cobos en el Congreso.

Me cuesta entender y digerir todo lo que vivimos, como me costó desde el primer día digerir el gobierno de K y nuestra reina. Comprendo a los que querían y seguían a Nestor, pero recordemos que el matrimonio K tiene más de las 2/3 partes del país en contra. Si días atrás, considerábamos que era un personaje nefasto, vengativo y que se pasaba las Instituciones por las Fosas de Abisinia, entonces hoy, sigue siendo ese mismo personaje nefasto, vengativo y que se pasaba las Instituciones por ahí, pero que ahora está muerto. Ni hablar de sus ex socios a quienes K los insultó, echó o directamente los basureó en público -caso Scioli, por ejemplo- quienes volvieron a hacer el ridículo una vez más. Esta gente ¿no tiene amor propio?

Mi análisis y concepto de la persona no varió. La muerte no lo hace mejor ni peor de lo que era. Simplemente en forma cruda y descarnada, lo puso junto con el resto de los seres humanos que se creían inmortales: en el cementerio.

"No salgo de mi asombro" es el título de la columna de Don Cacha de hoy. Si tiene tiempo para un rato más, aquí la tiene.

Me temo que se vienen días agitados y complicados.